viernes, 20 de agosto de 2010

Reportaje danés dobre denuncias falsas en España

http://www.youtube.com/watch?v=GAIRyn_jvDQ


www.projusticia.es\audiovisual\videos\false-accusations-in-Spain.html

Breve resumen del video "Falsas denuncias en España".

La legislación española discrimina a los varones y elimina el principio de presunción de inocencia.

Entrevistas a jueces y víctimas.

400 denunciados al día. 350 pasan la noche en el calabozo.

Realizado por la productora danesa RVproductions

Solicite el video completo de 34 minutos en RVproductions2010.
rvproduction2010@gmail.com

miércoles, 11 de agosto de 2010

Aído. Porque ella lo vale

Aunque despacio, cada vez más gente se atreve a llamar a las cosas por su nombre.

http://www.libertaddigital.com/opinion/pablo-molina/porque-ella-lo-vale-55835/

Aído. Porque ella lo vale

Pablo Molina

Es el momento de los niños de papá criados a los pechos del partido que no conocen otra realidad fuera de sus estructuras.

2010-08-10

Todo es susceptible de empeorar. Con Zapatero, además, la simple posibilidad se convierte en un imperativo, porque el vallisoletano criado en León no ha llegado a la política para gestionar eficazmente los asuntos públicos aplicando la técnica administrativa, sino para llevar a la práctica una revolución social que perdure a lo largo de varias generaciones.

Él mismo lo ha dicho. A diferencia del guerrista, el socialismo de ZP no aspira sólo a dejar España irreconocible para su progenitor B. Su objetivo es convertir al país en un centro experimental del "progresismo" aunque la factura de su empeño perdure en el tiempo con consecuencias irremediables. Zapatero quiere poner en práctica un orden social que, hasta que llegó al poder, sólo figuraba en las páginas de los experimentos fracasados de la Historia, pero a él le da exactamente igual. Como buen adolescente intelectual, las consecuencias de sus acciones le traen sin cuidado.

Su decisión de sustituir a Trinidad Jiménez por Bibiana Aído (Aídolf, según los lectores de este periódico, siempre tan incisivos), cediéndole la parte mollar de las competencias del llamado "estado del bienestar", sólo se explica en función de criterios ideológicos y, en esa tesitura, la elección de la ex directora de la oficina andaluza de flamenco es plenamente consecuente.

Zapatero no quiere a su lado gestores eficientes sino fanáticos ideológicos y Bibiana Aídolf es el ser vivo que mejor se amolda a las exigencias presidenciales. Sin la menor idea de cuáles son las instituciones espontáneas que permiten a las sociedades avanzar en el proceso interminable de la civilización, Aídolf es la elección perfecta para el plan de Zapatero. Si hay alguien capaz de convertir a los españoles en votantes mayoritarios de un extremista como su jefe, esa es Bibiana.

Bibiana Aídolf no podría ser ministra de ningún país medianamente serio, pero es la superministra perfecta para la España de Zapatero. Ella, como su jefe, asume toda la basura doctrinal emergente tras la caída del muro de Berlín, en la convicción de que es la mejor manera de que el socialismo siga dirigiendo la existencia del mayor número posible de víctimas potenciales.

Su tarjeta de presentación, a estos efectos, es difícilmente mejorable, porque convertir un delito con atenuantes como el aborto en un derecho "humano" no está al alcance de cualquiera. Aídolf lo ha conseguido, y de ahí a perfeccionar la técnica del doctor Montes para convertir la eutanasia en una obligación respecto a los octogenarios con problemas de próstata sólo hay un paso que la chiquilla es muy capaz de recorrer.

Si Zapatero lleva a cabo la remodelación ministerial con que amenazan los fontaneros de Moncloa habrá hecho una elección inmejorable. Bibiana es una creyente practicante de la ortodoxia zapateril y, en tiempos difíciles, los líderes tienen que rodearse de servidores tan fanáticos como ellos mismos. Es el momento de los niños de papá criados a los pechos del partido que no conocen otra realidad fuera de sus estructuras. Como Bibiana Aído o Aídolf. Porque ella lo vale. Vaya que sí.

Pablo Molina es miembro del Instituto Juan de Mariana.

Nota: El autor autoriza a todo aquel que quiera hacerlo, incluidas las empresas de press-clipping, a reproducir este artículo, con la condición de que se cite a Libertad Digital como sitio original de publicación. Además, niega a la FAPE o cualquier otra entidad la autoridad para cobrar a las citadas compañías o cualquier otra persona o entidad por dichas reproducciones.


Manifestación Madridnoviembre 2010


www.projusticia.es/madridnoviembre2010.html

domingo, 8 de agosto de 2010

La magistrada Vives Martínez critica el mal uso de la Ley sobre Violencia de Género

La magistrada Vives Martínez critica el mal uso de la Ley sobre Violencia de Género

La magistrada del Juzgado de 1.ª Instancia número 44 de Barcelona, Gemma Vives Martínez, denuncia en un comentario remitido a Ecoley (suplemento jurídico de elEconomista.es) las injusticias que el mal uso de la Ley sobre Violencia de Género está acarreando a nuestra sociedad.


En su comentario rompe una lanza en favor del magistrado de un Juzgado de Familia de Sevilla. Francisco Serrano Castro, que denunció la utilización que algunas mujeres hacen de esta Ley, al afirmar en una entrevista realizada por un diario gerneralista que "miles de hombres son detenidos por denuncias falsas" a la luz de una normativa inspirada en la "dictadura" del "feminismo radical". Lo que ha su puesto la reacción del Observatorio sobre la Violencia de Género del Consejo General de Poder Judicial (CGPJ) y la solicitud para que este organismo le abra un expediente sancionador.

Vives Martínez solicita que el Consejo General del Poder Judicial revise el texto y analice las deficiencias que existen y asevera que "no estamos cerrando filas ante la situación de un compañero, sino que damos un paso adelante frente a quienes cercenan, aplastan y silencian al Poder Judicial, que debe interpretar y aplicar las leyes y si llega el caso, cuestionar su torpe o abusivo uso", se lamenta.
En su comentario, afirma que "la respuesta no es decir que denuncias falsas hay en todos los delitos, porque el daño irreparable que se puede causar con una denuncia de este porte no es comparable al que produce una denuncia falsa por hurto. Hablamos de hombres y de mujeres, hablamos de menores de edad".
También alega que "estamos advirtiendo al unísono del peligro y la injusticia que entre todos podemos tejer si la mesura y el filtro de la razón no recortan el mal uso que se le puede dar".

Denuncia "situaciones que sobrepasaban los límites de lo social y jurídicamente tolerable cuando la denuncia se troca en espuela contra el contrario, con menores de por medio. Nadie niega la bondad de una Orden de Protección. Pero, cuidado, estamos advirtiendo al unísono del peligro y la injusticia que entre todos podemos tejer si la mesura y el filtro de la razón no recortan el mal uso que se le puede dar".

"Observo que el ataque más radical proviene, justamente, de quienes callan ante situaciones igualmente vejatorias e indignas para la mujer (género femenino), por no describir la angustia que me produce ese silencio ante el sufrimiento de mujeres de avanzada edad (ellas dirían, sin más, "viejas", porque eso es lo que es uno al cabo de los años) que son ignoradas por leyes, planes de pensiones y oportunidades laborales", señala.

"Observo, no sin cierta repugnancia, el uso descarado que se sigue produciendo de la figura femenina, relacionándola directamente con lo frívolo y lo consumible, en muchos "mass media" publicitarios, observo con pena la desigualdad en la empresa privada, la nula oportunidad de ascender profesionalmente si además se pretende tener una familia (propia) y observo como los más jóvenes desprecian esa misma figura que los parió", añade.

Y concluye este razonamiento afirmando que: "una sociedad que no respeta a sus viejos, pero que se subleva ante las declaraciones de un magistrado que pone el dedo en la llaga (debí decir "poltronas") avisando de que el camino se está cerrando y que hay que buscar otros compromisos legales y éticos que permitan proteger y veden el paso a los intolerables abusos, es una sociedad enferma".

A continuación se reproduce el comentario de la magistrada Gemma Vives Martínez

Los comunicados y la cortina de humo o la censura del Poder Jucicial

Despedir el año con el gusto amargo y la impotencia que causa (además de provocar estupor e indignación) la lectura de los dos recientes Comunicados del CGPJ sobre el tema de las críticas/entrevista/opinión (o como pretendan llamarlo) a la (mal llamada, incluso gramaticalmente) Ley contra la Violencia de Género, no era mi (nuestro) deseo, no me cabe duda.

Si de Observatorios estamos hablando o escribiendo, manifiesto que por mi parte, observo temor. Temor por parte de ciertos grupos de poder (...pretendido y ansiado poder) que presionan sobre el Poder Judicial para que se calle, para que obedezca a la doctrina del pensamiento único, para que bajo la triste excusa y dramático argumento de las muertes o ataques sufridos por mujeres (género femenino) derivados de la violencia de algunos hombres (género masculino), se oculte la cara oscura del asunto, real y patente, evidenciada guardia tras guardia, de un peso estadístico (comprobable) y social irrebatible. Criticar una situación porque la Ley no cumple los objetivos o bien tiene un enorme agujero que permite la entrada de denuncias sin fundamento y de venganzas inadmisibles, es tan legítimo como necesario.

Todos los que hemos vivido profesionalmente semejante situación, que rasga el alma y frustra cualquier atisbo de esperanza, lo sabemos. Y hablamos de ello porque es nuestro trabajo, no es necesario, lo dije hace unos días, entrar en la agotada discusión de la libertad de expresión de la que gozamos y de la que debemos hacer un uso racional a la par que valiente.

Observo, ya puestos a observar, y recuerdo situaciones que sobrepasaban los límites de lo social y jurídicamente tolerable cuando la denuncia se troca en espuela contra el contrario, con menores de por medio. Nadie niega la bondad de una Orden de Protección. Pero, cuidado!!! estamos advirtiendo al unísono del peligro y la injusticia que entre todos podemos tejer si la mesura y el filtro de la razón no recortan el mal uso que se le puede dar.

Observo que el ataque más radical proviene, justamente, de quienes callan ante situaciones igualmente vejatorias e indignas para la mujer (género femenino), por no describir la angustia que me produce ese silencio ante el sufrimiento de mujeres de avanzada edad (ellas dirían, sin más, "viejas", porque eso es lo que es uno al cabo de los años) que son ignoradas por leyes, planes de pensiones y oportunidades laborales.

Observo, no sin cierta repugnancia, el uso descarado que se sigue produciendo de la figura femenina, relacionándola directamente con lo frívolo y lo consumible, en muchos "mass media" publicitarios, observo con pena la desigualdad en la empresa privada, la nula oportunidad de ascender profesionalmente si además se pretende tener una familia (propia) y observo como los más jóvenes desprecian esa misma figura que los parió. Una sociedad que no respeta a sus viejos, pero que se subleva ante las declaraciones de un magistrado que pone el dedo en la llaga (debí decir "poltronas") avisando de que el camino se está cerrando y que hay que buscar otros compromisos legales y éticos que permitan proteger y veden el paso a los intolerables abusos, es una sociedad enferma.

Observo, sigo observando, y recuerdo, que al entrar en vigor esa Ley que ahora nos ocupa, seguíamos en el servicio de guardia, los 3 de siempre, a saber, médico forense, fiscal y juez, sin servicios sociales en horario "no lectivo" y sin suficiente espacio en las casas de acogida. Quien adivinó el agujero legal lo tuvo fácil para medrar y hacer daño a hombres que jamás hicieron nada y que tienen que cargar de por vida, como si de una condena se tratase, con el estigma de "maltratador". Y, señores (olvidaba, y señoras) del CGPJ: las cosas no son así porque ustedes pretendan que así sean. Ese mal uso de la Ley nos perjudica especialmente a las mujeres. Y todos lo sabemos.

No estamos cerrando filas ante la situación de un compañero, sino que damos un paso adelante frente a quienes cercenan, aplastan y silencian al Poder Judicial, que debe interpretar y aplicar las leyes y si llega el caso, cuestionar su torpe o abusivo uso. La respuesta no es decir que denuncias falsas hay en todos los delitos, porque el daño irreparable que se puede causar con una denuncia de este porte no es comparable al que produce una denuncia falsa por hurto. Hablamos de hombres y de mujeres, hablamos de menores de edad.

No se trata se enrocarse en la tan traída y llevada Ley contra la Violencia sobre la Mujer, sino en frenar las injusticias que su mal uso está acarreando a nuestra sociedad. Y es nuestro deber decirlo y es el suyo acometerlo. Ese debe ser el propósito del nuevo año. La cortina de humo que veo en ambos comunicados me subleva. Y el silencio ante la injusticia me indigna.

Erradicar lo anterior no depende de emitir comunicados sino de repasar errores y enmendarlos.

Entablar una guerra irrazonable contra un compañero, me parece, sencillamente, vergonzoso. Solo así cobrará sentido esta carrera, solo así podremos avanzar.

Desde aquí lanzo este mensaje a todos los compañeros y demás profesionales para que suscriban lo anterior. Nuestro Estado constitucional y democrático de Derecho exige una respuesta, no una cortina de humo que esconda censura y temor.

el fracaso del feminismo socialista

Libertad digital

5-VIII-2010

El fracaso del feminismo socialista

EDITORIAL

Las organizaciones feministas radicales podrán buscar las excusas que quieran, pero la realidad ha desmentido sus presupuestos ideológicos. El socialismo no sólo fracasa en la economía; legislar olvidando al individuo siempre será un error.

La ley integral contra la violencia de género fue aprobada merced a un gran consenso político y judicial. Ahora que tanto se critica al Tribunal Constitucional por su infame sentencia sobre el Estatuto, no está de más recordar que ese mismo órgano dictaminó que considerar los mismos hechos como delito o falta dependiendo del sexo del culpable no chocaba con el artículo 14 de nuestra carta magna, ese que dice que todos somos iguales y no podemos ser discriminados por razón, entre otras cosas, de sexo. Aquel consenso iba a traernos la desaparición o, al menos, una gran reducción de la violencia doméstica. Sin embargo, las cifras de asesinatos no muestran ninguna tendencia a reducirse.

Aquella ley violaba obscenamente un principio sagrado que observa todo Estado de Derecho que merezca tal nombre: la igualdad ante la ley. Cabía esperar que, al menos, fuera efectiva en su propósito. Pero no. Sin embargo, no existe arrepentimiento ni mucho menos propósito de enmienda, porque quienes promulgaron la ley están seguros de tener razón al margen de lo que nos digan los hechos: están blindados ante la realidad por una ideología, en concreto la de genéro: el feminismo socialista.

El feminismo nació como un movimiento liberal, que buscaba equiparar a las mujeres en derechos y libertades; es decir, buscaba la igualdad ante la ley, acabar con la discriminación por razón de sexo. Pero una vez desapareció en los países occidentales esa desigualdad legal, el feminismo mutó y se convirtió en una más de las múltiples ideologías socialistas, que no buscan la defensa de los derechos de las mujeres como individuos, sino como colectivo. Así, el feminismo pasó de defender la igualdad ante la ley a patrocinar la igualdad mediante la ley: es decir, pretender que las mujeres en conjunto tengan unos resultados idénticos al de los hombres en conjunto, aunque eso suponga cometer numerosas injusticias con hombres y mujeres reales, de carne y hueso.

En las cloacas más radicales de este nuevo feminismo antiliberal, al no alcanzarse esa igualdad de resultados, derivó en la denigración del hombre y la exaltación de la mujer: la culpa de que no funcionaran sus recetas era el machismo, la agresividad y demás taras del hombre, que impedían que la mujer, netamente superior, alcanzara su sitio en la sociedad. Herencia de esta basura ideológica, que culpa al hombre no por sus propios actos, sino por ser hombre, es la ley de violencia de género. En ella se creó una jurisdicción especial, se consiguió que un hecho fuera considerado delito por el hecho de que lo cometiera el hombre y se aprobó que se pudieran aplicar todo tipo de medidas cautelares contra un hombre con sólo la palabra de la mujer, lo que ha llevado a muchas de ellas –no precisamente las destinatarias de la ley– a abusar de este prerrogativa denunciando falsamente a su pareja.

No cabe duda de que para muchos esas injusticias merecerían la pena si se lograra reducir esa lacra que es la violencia de género. Pero el caso es que no se ha conseguido, de modo que estamos globalmente peor que antes de la aprobación de la ley. La solución del feminismo radical, como siempre sucede con el socialismo al verse el fracaso de sus recetas, es la huida hacia delante. La última del ministerio de Aído ha sido culpar a los jueces por no activar suficientes pulseras para controlar a los maltratadores, lo que ha provocado la lógica respuesta de los magistrado, algo cansados ante tanta demagogia.

El Ministerio de Igualdad y las organizaciones feministas radicales podrán buscar las excusas que quieran, pero lo cierto es que la realidad ha desmentido sus presupuestos ideológicos. El socialismo no sólo fracasa en la economía; legislar olvidando al individuo siempre será un error. Ha llegado el momento de reformar o derogar la ley contra la violencia de género. Cada minuto que pase sólo supondrá la perpetuación de la injusticia y la desigualdad ante la ley.